El dolor facial atípico consiste en un dolor que frecuentemente comienza sobre el labio superior y ala nasal, o sobre la mejilla y que progresivamente puede extenderse por el resto de la cara y parte del cuello. Suele ser un dolor diario y constante, lo que lo diferencia de la neuralgia del trigémino.
Se requieren pruebas complementarias (resonancia magnética craneal, ortopantografía,…) para descartar otras causas, como procesos tumorales o problemas dentales.
Inicialmente, el manejo será farmacológico con neurmoduladores: antidepresivos, anticonvulsivantes,… En caso de no controlar adecuadamente el dolor de esta manera habría que recurrir al siguiente escalón intervencionista.
Uno de los procedimientos más útiles sería la radiofrecuencia pulsada del ganglio esfenopalatino. Dicho ganglio se encuentra en la fosa pterigomaxilar, tras el arco cigomático y recoge la inervación de múltiples regiones faciales (nasal, ocular, paladar,…) lo que lo hace una diana terapéutica muy útil en estas algias faciales.
El paciente se coloca en decúbito supino (boca arriba) y, bajo sedación ligera y con anestesia local, se accede con una aguja por debajo del arco cigomático en dirección a la fosa pterigomaxilar. Se guía con fluoroscopia y, una vez colocada, se realiza una estimulación sensorial y motora que guiará la colocación definitiva de la aguja de modo que el paciente refiere calambre, hormigueo o dolor en la región del ala nasal. Una vez tenemos la seguridad de estar en el sitio correcto, se procede a realizar la radiofrecuencia.
La tasa de mejoría está entre un 60-70% según diferentes estudios. En caso de recurrencia del dolor, podría repetirse dicho procedimiento.
Si fuera ineficaz habrá que valorar otras técnicas intervencionistas o su diagnóstico diferencial con otras neuralgias faciales.


